Iglesia de La Asunción (M.A. Barrutia, año 2010)
Alavés es
un pueblo deshabitado situado en la bajante norte del puerto de Monrepós. Tengo que
reconocer que es un pueblo al que le tengo especial cariño; quizá por su fácil acceso,
quizá porque es uno de los primeros despoblados que visité... El caso es que es
un lugar que he visitado en gran cantidad de ocasiones.
Siempre fue un lugar pequeño, muy pequeño. Durante el pasado siglo mantuvo dos casas abiertas (Escartín y López), censando un máximo de 14 habitantes en el año 1920. Quedó deshabitado a finales de la década de los cuarenta.
De entre sus ruinas, destacan las de su iglesia parroquial, dedicada a La Asunción. Es un edificio levantado a comienzos del siglo XVII. Tiene una pequeña nave de planta rectangular rematada en cabecera plana orientada al este. Antes de su derrumbe, la nave se cubría con bóveda de medio cañón. El acceso se realiza por el muro sur por medio de una puerta en arco de medio punto dovelado. Poseía una torre campanario adosada a la cabecera; era una torre muy similar a otras que encontramos en La Guarguera como las de los despoblados de Fenillosa o Sandiás; actualmente solo queda el arranque de la misma.
Llevaba ya mucho tiempo buscando alguna imagen de la iglesia con aspecto más
digno que el actual. Una vez más, gracias al profesor Adolfo Castán, he
conseguido unas viejas diapositivas de mucho valor para mí. Vamos con la
comparativa de imágenes.
Adolfo Castán (año 1975)
Vemos que la iglesia ya amenazaba derrumbe. La nave ya había perdido la cubierta y la torre el remate. Una amenazadora grieta parecía que iba a desgajar la torre en dos partes.
Cristian Laglera (año 2014)
Misma toma con casi 40 años de diferencia. El paso del tiempo, es obvio.
Veamos la torre campanario por medio de dos imágenes que se llevan 39 años. La fotografía de Adolfo Castán corresponde al año 1975 y la mía es del año 2014.
Este es el estado del interior del templo en la actualidad. De las bóvedas, ya no queda ni rastro. Esta es una imagen tomada desde la zona de los pies mirando a la cabecera. Como vemos, hoy manda la maleza.
Ya por último vemos que todavía quedan tímidos vestigios de las pinturas populares que adornaban el interior. Pinturas de escaso valor que ya solo llaman la atención de algún nostálgico de las viejas piedras.